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La Casona Blanca de Don Daniel Castro Rodríguez: Una joya perdida en el corazón del Valle del Elqui

Créditos: www.piscoelquichile.cl
Enlace original: https://www.piscoelquichile.cl/historia-casona-de-don-daniel-castro-rodriguez/

 

En los silencios dorados del Valle del Elqui aún flota una historia que se resiste al olvido. Es la de Don Daniel Castro Rodríguez, un artista singular, excéntrico y adelantado a su tiempo, cuya vida se entrelazó con la belleza y el misterio del valle.

Su casona —una obra de arte en sí misma— fue construida con un estilo inédito en la zona: columnas de inspiración griega, ventanales amplios hacia el río, jardines exuberantes y un dormitorio iluminado desde un subterráneo, donde el maestro escribía versos, modelaba en greda y retrataba a sus visitantes con lápiz y carbón.

En torno a su hogar, todo parecía tener un significado especial. Las flores formaban cascadas de colores, las avenidas estaban flanqueadas por álamos y cuarzos brillantes, y en medio del río mandó construir una laguna con pérgola, donde recibía a sus invitados para “tomar el té”.
Su color favorito era el blanco: vestía de blanco, criaba animales blancos y hasta llegó en uno de los primeros automóviles del valle —también blanco— mientras las óperas que escuchaba resonaban en toda la quebrada.

Don Daniel fue un viajero cosmopolita, visitado por personalidades como Gabriel González Videla, Juan Antonio Ríos y Pablo Neruda. Su casa albergó reliquias de todo el mundo y fue, durante años, un verdadero museo del arte y la excentricidad.
También fue un visionario: instaló una turbina eléctrica en su hacienda La Viga, siendo uno de los primeros en generar energía en la zona, y hablaba con pasión de la necesidad de cuidar los árboles y el agua, cuando la palabra “ecología” aún no existía.

Pero su vida, tan luminosa como su vestimenta, tuvo un final melancólico. Traicionado y despojado de sus tierras, terminó sus días en el anonimato, dibujando retratos en Santiago para sobrevivir. Sin embargo, su memoria quedó suspendida entre los pinos y palmeras que él mismo plantó, en los muros de su casona y en la voz de quienes lo recuerdan como un hombre sabio, sensible y diferente.

Hoy, la Casona de Don Daniel Castro Rodríguez es más que una ruina: es un símbolo de identidad y legado cultural del Valle del Elqui